Crítica a la clase de Filosofía

 Soy una alumna que cursa la asignatura de Filosofía obligatoria en el primer año de Bachillerato. El año pasado ya la cursé como optativa, y tenía altas expectativas con relación a este año debido a que me gustó el curso pasado. Sin embargo, claramente no es igual, los contenidos y la forma de examinarse cambian bastante. Empezando por el lado malo, que consta de una sola crítica, podría decir que me ha costado un poco adaptarme a la forma del temario de la asignatura. En toda la ESO y en la mayoría de las asignaturas de Bachillerato coger apuntes siempre ha sido algo opcional, porque bastaba con apuntar fechas puntuales y los apuntes te los proporcionaban impresos. Como este año ya no vale con los que te dan los profesores y debes coger tus propios apuntes, se debería hacer hincapié en ello al principio de curso, para que el cambio fuese más progresivo. Es verdad que el temario es más denso y complicado que el año pasado, pero lo he encontrado muy interesante. Parece broma, parece surrealista, pero es verdad. Nos han explicado toda la vida las materias de una forma pedante, que hace que no sepas el por qué de tu estancia en el instituto y que en ocasiones (en muchas, aunque no se quiera admitir) favorece el fracaso escolar. Sin embargo, las clases de Filosofía son muy dinámicas, se requiere la participación del alumnado, lo que hace que no te pierdas en clase. En cuanto al temario, lo que más me gusta es su “pragmatismo” (he ido incorporando nuevos términos a mi vocabulario incluso) ya que el profesor lo explica a través de una serie de ejemplos de la vida real que hacen que te des cuenta de su utilidad, que muchas veces “filosofamos” incluso sin darnos cuenta. Un ejemplo personal, que me pasó hace unas semanas, fue cuando tuve una discusión con mi madre porque le pedí ayuda para tomar una decisión y ella no quería elegir por mí, ahí lo relacioné con el argumento de Nietzsche, yo era un borrego esperando a que mi madre tomase una decisión por mí porque no me quise enfrentar a la vida. ¡Me pareció curioso como establecí esa relación! Otro ejemplo lo encontré cuando vi Eurovisión, y observé “la idiosincrasia” presente en la gente al celebrar el éxito de cada país. Las clases son amenas, se pasan rápido, los compañeros intervienen y conoces dudas y puntos de vista diferentes, pero con todo esto, sigue siendo la clase en la que más aprendo. En la que soy capaz de aplicarlo a situaciones personales, aunque parezca una tontería, no me ocurre así con las subordinadas, por ejemplo.

En definitiva, haciendo un balance entre lo bueno y lo malo, lo bueno pesa más en la balanza, y es que, aunque requiera un esfuerzo adicional la asignatura, porque no valga con memorizar, sino que debemos pensar y reflexionar, esto no hace más que ayudarnos, y nos aporta conocimientos que difícilmente se irán de nuestras memorias.

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